La poesía manchega arde en Cataluña
El 16 de noviembre, a las siete y media de la tarde, el prestigioso Ateneo de Barcelona volverá a ser el escenario en el que la poesía manchega reanude su presencia en Cataluña. Siguiendo el voluntarioso aperturismo protagonizado por su antiguo director, el recientemente fallecido José Luis Giménez-Frontín, su flamante directora, Anna Caballé, ha abierto las puertas de la centenaria institución al poeta y periodista conquense José Ángel García (1947), que presentará en una se sus aulas su antología Llámalo viaje de la mano de Pura Salceda y de Carlos Morales, el controvertido editor que dirige El Toro de Barro, una de las editoriales más antiguas de la poesía contemporánea, de tan grato recuerdo en Barcelona.
La antología recoge más de cuarenta años de creación literaria de un poeta que, desde su nacimiento como tal en 1977, procuró integrar sus visiones de la cotidianidad en una concepción del poema como espacio intelectual en el que el lenguaje fuera, por si mismo, una fuente independiente de emociones. Ese voluntad de síntesis de algunos de los rasgos más característicos de las estéticas dominantes -y enfrentadas- en las décadas de los setenta y de los ochenta, ha sido en buena medida la causa principal de su marginalidad en los restringidos y rígidos espacios de la historia generacional de nuestra literatura más reciente, pero también lo ha convertido en un "poeta testigo" del espíritu con que el sacerdote y poeta de vanguardia Carlos de la Rica se animó a crear, en la primavera de 1965, le colección El Toro de Barro.
Esta cualidad convierte a la edición de Llámalo viaje en un gesto indudable de autoafirmación, tanto o más relevante en la medida en que, con él, el para muchos mítico sello conquense pretende concluir sus casi cinco años de silencio. Y también en un gesto de alto contenido simbólico, toda vez que con él se quiere escenificar su renacimiento en Cataluña, cuya poesía se convirtió -con mucho- en su principal objetivo editorial durante los años que precedieron a su repentina desaparición.
La última aparición pública de su director, Carlos Morales, fue, precisamente, en Barcelona, en la primavera de 2005, con motivo de la presentación de sendos libros de Neus Aguado, José Ángel Cilleruelo, Susanna Rafart y José Corredor-Matheos, y coincidiendo con las durísima críticas con que los sectores más radicalies de la cultura catalana recibieron los trabajos, ya casi concluidos, de una esperada antología de la década de los ochenta con la que, como autor, pretendía apuntalar la naturaleza bilingüe y cosmopolita de la poesía catalana contemporánea.